• Título:  TRANSFORMACIONES TERRITORIALES E INTENSIFICACIÓN DE LA DEMANDA DE AGUA URBANO-TURÍSTICA EN LA PROVINCIA DE ALICANTE
• Autor:  Morote Seguido, Álvaro Francisco
• Universidad:  Universidad de Alicante
• Departamento:  INSTITUTO UNIVERSITARIO DE INVESTIGACIONES TURÍSTICAS
• Fecha de Lectura:  11/12/2015
• Programa de doctorado:  DIRECCIÓN Y PLANIFICACIÓN DEL TURISMO
• Dirección: 
  • Hernández Hernández, María (DIRECTOR)
  • RICO AMOROS, ANTONIO (CODIRECTOR)
• Tribunal: 
  • SAURÍ PUJOL, DAVID (PRESIDENTE)
  • Olcina Cantos, Jorge (SECRETARIO)
  • Bertoncin, Marina (VOCAL)
• Descriptores: 
  • GEOGRAFIA REGIONAL
• Fichero de tesis:
• http://hdl.handle.net/10045/53975
• Resumen:
  Introducción Los núcleos urbanos del mundo en general y del Mediterráneo en particular registran en estos momentos los mayores aumentos en el consumo de agua. Ello tiene que ver con el rápido crecimiento de la población de las ciudades de las últimas décadas y también con el desarrollo de actividades de cariz fuertemente urbano como el turismo. El ámbito urbano constituye, pues, un terreno muy importante para examinar las características del consumo de agua por parte de la población y los factores que influencian estas características. Un mejor conocimiento de todo ello resulta imprescindible para diseñar políticas de planificación y gestión de recursos hídricos que adopten el paradigma de las sostenibilidad, pero que también tengan en cuenta los contextos socio-demográficos, territoriales y tecnológicos que influyen en los hábitos de consumo del recurso. A la hora de abordar las relaciones entre urbanización y consumo de agua, un aspecto clave a tener en cuenta es que no existe uno sino muchos procesos de urbanización y que cada uno de ellos comporta una demanda y un comportamiento diferente en relación al agua. Por ejemplo, el consumo de agua en zonas de urbana de baja densidad es manifiestamente inferior al de zonas urbanas de alta densidad por la presencia de usos exteriores como jardines y piscinas. Pero, el proceso urbanizador también tiene una historia social detrás y los patrones de consumo de agua tanto en las zonas de alta densidad como en las zonas de baja densidad se pueden ver modificados por otras variables como los niveles de riqueza. De este modo, los hábitos de consumo pueden variar en zonas con un tipo de urbanismo similar, pero con condiciones socioeconómicas distintas. Igualmente, factores de tipo demográfico y cultural pueden hacer variar estos hábitos. El conocimiento sobre los hábitos de consumo de la población y de los factores que influencian estos hábitos resulta fundamental para planificar futuras actuaciones relacionadas con el recurso, incluyendo el uso de recursos alternativos y las campañas de concienciación en casos de penuria hídrica. Por otra parte y ante escenarios climáticos de impacto potencial importante sobre los recursos hídricos, conviene conocer que posibles medidas tomarían los ciudadanos. Así como en gran parte desconocemos los hábitos de consumo con precisión, también desconocemos como podrían cambiar estos hábitos ante las incertidumbres climáticas e hidrológicas del futuro. Este conocimiento se vería facilitado en gran parte si se dispusiese de perfiles de usuarios de agua definidos a partir de un conjunto de variables territoriales, económicas y demográficas. Por otra parte, la preocupación reciente sobre la disponibilidad de agua en cantidades y calidades suficientes ha convertido en más urgente si cabe ante la necesidad de avanzar hacia un enfoque de sostenibilidad en la planificación y gestión de los recursos hídricos. En este sentido, muchas organizaciones internacionales, incluyendo las Naciones Unidas y la Unión Europea proponen la aplicación de un modelo de gestión integrado que combinen acciones por el lado de la oferta de agua pero, muy especialmente, acciones por el lado de la demanda. Estas últimas requieren un conocimiento lo más exhaustivo posible de la naturaleza y características de esta demanda y de sus dimensiones territoriales y temporales. En términos generales, la gestión de la demanda doméstica de agua puede contribuir a reducir los déficits hídricos y a mejorar la fiabilidad de los suministros; también puede hacer menos necesaria la construcción de grandes infraestructuras y reducir la presión humana sobre los ecosistemas acuáticos. Para ser efectiva, esta gestión requiere, como ya se ha dicho, un exhaustivo conocimiento de los hábitos de consumo de agua de los usuarios urbanos y turísticos. Comportamientos diferentes, a su vez influidos por una gran variedad de factores, pueden explicar por ejemplo las variaciones del consumo per capita entre diferentes regiones, áreas urbanas o incluso barrios. Este comportamiento puede variar en función de ciertas variables económicas (precios e ingresos) pero también de acuerdo a algunas variables sociodemográficas (crecimiento de la población, tamaño de los hogares, edad), culturales (nacionalidad de los residentes), sociales (niveles educativos) o territoriales (forma urbana dominante). En relación a esta última variable, las grandes diferencias de consumo urbano que presentan las ciudades norteamericanas y australianas por un lado y las europeas por otros se debe en buena parte a las diferencias de forma urbana, especialmente al predominio de las bajas densidades en las primeras (casas unifamiliares dotadas con jardín y piscina). En la medida que el urbanismo de baja densidad está ganando terreno en países como España, cabrá esperar un aumento de la demanda y de los consumos de agua en los nuevos espacios urbanos del futuro. Desarrollo teórico Las transformaciones territoriales en el litoral de la provincia de Alicante y sus repercusiones sobre la demanda de agua a raíz del desarrollo urbano relacionado con la actividad turística a partir de la décadas de 1960 y 1970 es objeto de análisis en esta tesis doctoral. Más concretamente, las transformaciones (ocupación del territorio, desarrollo económico, incremento de la población, demanda de agua, evolución de los usos del suelo y de la superficie urbano-residencial, hábitos de consumo, etc.), asociadas con el turismo, elemento principal éste que ha transformado el litoral (Hernández, 2013). Estos cambios han dado lugar a diferentes repercusiones territoriales como la saturación del suelo o el incremento en el consumo del recurso agua, elemento éste, limitante en el crecimiento urbano ya que esta área es una zona semiárida y donde un volumen significativo son recursos alóctonos (Gil y Rico, 2007). En esta línea, hay que mencionar que algunos planes urbanísticos fueron paralizados, antes incluso de la crisis económica de 2007/08 por no garantizar el abastecimiento mínimo de agua para uso doméstico. Por ello, en esta investigación se abordarán los factores que han incidido en los cambios en los usos del suelo y como han repercutido éstos en la demanda de agua. La propuesta de tesis doctoral planteada trata de aportar información sobre las diferentes variables que inciden en el incremento de las demandas de agua y contribuir de este modo a una mejor gestión de este recurso. Por tanto, objeto de esta tesis será analizar los cambios territoriales y sociales acontecidos en este territorio y su influencia en el consumo de agua. Para ello será necesario tener en cuenta una serie de elementos como son: a) cambios en los usos del suelo, b) crecimiento urbano y variaciones en los modelos y/o tipologías urbanas, c) consumo de agua y tipologías urbanas, y d) hábitos de consumo de agua y factores que lo determinan. Cuestiones todas ellas necesarias para poder llevar a cabo una adecuada planificación de las demanda de agua urbana. Ante esta situación, se hace indispensable conocer los hábitos de consumo de la población y de los factores que lo influencian, ya que resulta fundamental para planificar futuras actuaciones relacionadas con el agua, incluyendo el uso de recursos no convencionales y las campañas de concienciación en casos de penuria hídrica (March et al., 2013). Por otra parte y ante hipotéticos escenarios de cambio climático (Staddon, 2010a), conviene conocer las posibles medidas que deberían adoptarse por parte de las administraciones y cuales tomarían los ciudadanos. Así, en gran parte se desconocen con precisión los hábitos de consumo, también existe bastante incertidumbre sobre cómo podrían cambiar estos comportamientos ante las posibles variaciones climáticas e hidrológicas en el futuro. Este conocimiento se vería facilitado en gran parte si se dispusiese de perfiles de usuarios de agua definidos a partir de un conjunto de variables territoriales, económicas, sociales y demográficas. En términos generales, la gestión de la demanda doméstica de agua puede contribuir a reducir los déficits hídricos y a mejorar la fiabilidad de los suministros; también puede hacer menos necesaria la construcción de grandes infraestructuras y reducir la presión humana sobre los ecosistemas acuáticos. Comportamientos diferentes, a su vez influidos por una gran variedad de factores, pueden explicar, por ejemplo, las variaciones del consumo per cápita entre diferentes regiones, áreas urbanas o incluso barrios (Gil et al., 2015). Este comportamiento también puede variar en función de ciertas variables económicas (precios e ingresos), pero también de acuerdo a algunas socio-demográficas (crecimiento de la población, tamaño de los hogares, edad), culturales (nacionalidad de los residentes), sociales (niveles educativos) o territoriales (forma urbana dominante) (Leichenko y Solecki, 2005). En relación con esta última variable, las grandes diferencias de consumo urbano que presentan las ciudades norteamericanas y australianas, por un lado, y las europeas por otro, se debe en buena parte por las diferencias del tipo de urbanización existente, especialmente por el predominio de la urbanización de baja densidad en las primeras (casas unifamiliares dotadas con jardín y piscina) (Loh y Coghlan, 2003). En la medida que este tipo de urbanismo ha ganado terreno en países como España, cabrá esperar un aumento de la demanda y de los consumos de agua en los nuevos espacios urbanos que se construyeron siguiendo dicho modelo (Staddon, 2010b). La preocupación reciente sobre la disponibilidad de agua en cantidad y calidad suficientes ha convertido en más urgente, si cabe, la necesidad de avanzar hacia un enfoque de sostenibilidad en la planificación y gestión de los recursos hídricos (Del Moral, 2009; Rico, 2006; Woltjer y Al, 2007). En este sentido, muchas organizaciones internacionales, incluyendo las Naciones Unidas y la Unión Europea, proponen la aplicación de un modelo de gestión integrado que combine acciones por el lado de la oferta de agua, pero, muy especialmente, por el lado de la demanda. Estas últimas requieren un conocimiento lo más exhaustivo posible de la naturaleza, características de esta demanda y de sus dimensiones territoriales y temporales, al igual que la calidad del recurso agua (Directiva Marco del Agua, 2000). Sin embargo, existen muy pocos estudios que hayan intentado examinar de una manera sistemática y con procedimientos estadísticos adecuados la contribución de cada uno de los factores que inciden en la demanda doméstica de agua (Saurí, 2003). Además, también existen pocos trabajos centrados en evaluar la demanda hídrica de jardines y piscinas y los condicionantes de estos consumos (Vidal et al., 2011). En ambos casos, la literatura científica se halla sesgada hacia las variables económicas y hacia el contexto anglosajón (Mayer et al., 1999; Mitchell, 2001; Mustafa et al., 2010). Extender estos estudios mediante la evolución de los usos del suelo, las tipologías urbanas, el análisis mediante encuestas a hogares e incorporando otras variables y otros contextos geográficos resulta imprescindible para aumentar el conocimiento sobre la demanda doméstica (incluyendo el turismo y sus distintas modalidades) y facilitar así la adopción de políticas adecuadas a las realidades socio-demográficas y territoriales en España. Los datos reales del consumidos del volumen de agua son difíciles de calcular con exactitud, ya que no existen estadísticas que abarquen la totalidad de los suministros urbanos en la escala local, ni tampoco valores diferenciados de consumo por tipologías de vivienda o de establecimientos vinculados con las actividades turísticas y de ocio (Rico, 2007). Por ejemplo, la Encuesta Nacional de la Asociación Española de Abastecimientos y Saneamiento (AEAS), que se trata del conjunto de datos de mayor alcance dentro del territorio nacional, no cubre a toda la población establecida, ya que en el caso de la Comunidad Valenciana solo ha sido cubierta entre el 50-60% de las poblaciones (Asociación Española de Abastecimiento de agua y Saneamiento, 2009). Con estos datos limitados, se produce un obstáculo a la hora de conocer el origen del recurso utilizado, el área atendida, la estructura de la demanda, los abonados o las viviendas conectadas a la red, la estacionalidad, las tendencias de consumo, la situación del saneamiento, la depuración o la reutilización de residuales (Gil et al., 2015). También cabe destacar la importancia de los modelos urbanos que se encuentran en la provincia de Alicante y más concretamente en el área de estudio (municipios litorales). El rasgo más destacado del modelo urbanístico español en los últimos años del siglo XX y primeros del XXI ha sido el elevadísimo ritmo de la actividad urbanística, que ha alcanzado una duración y unos niveles históricamente desconocidos (Burriel, 2009a; 2009b; Gaja, 2008). Se ha traducido en un enorme incremento de la construcción de viviendas y, en consecuencia, en un notable aumento de la superficie ocupada. Tras la crisis de principios de los años 90, la construcción de viviendas empezó a crecer en España con gran fuerza a partir de 1997, acelerando su ritmo cada vez más hasta principios de 2007, fecha esta cuando se produjo el estallido la burbuja inmobiliaria, con un acusado descenso del ritmo de construcción de viviendas. En la costa mediterránea española, el crecimiento urbanístico responde fundamentalmente a la construcción de segundas residencias y urbanizaciones turísticas tanto para la demanda española como europea (Huete y Mantecón, 2011). En toda la fachada mediterránea los niveles de la actividad urbanizadora han sido espectaculares, ya que durante el periodo conocido como el boom de la construcción se llegaron a construir más de 19 viviendas por mil habitantes en provincias como Murcia, Alicante, Castellón, Tarragona y Girona, e incluso se ha superado las 25 viviendas por mil habitantes en Almería y Málaga (Burriel, 2008). El número total de viviendas en España se incrementó en casi cinco millones entre el año 2001 y el 2011 (Ministerio de Fomento, 2012), aproximadamente un 25%, al pasar el parque de viviendas de 21,03 a 26,01 millones, respectivamente. Porcentaje que se concentra mayoritariamente entre 2001 y 2008, coincidiendo con el denominado boom de la construcción. Tendencia que se ralentiza a partir de 2007, cuando se inició la crisis económica e inmobiliaria. Este intenso desarrollo urbano (desde mediados de la década de 1990 hasta la del 2000) presenta una marcada concentración territorial. Por regiones, Andalucía (1.115.659 viviendas), Cataluña (769.786), Comunidad Valenciana (791.882), Murcia (292.708) y Baleares (118.069) acumulan más de 3 millones de certificaciones de fin de obra, lo que supone aproximadamente el 55% del total nacional. La Comunidad Valenciana, por ejemplo, entre 1997 y 2008, fue la tercera comunidad autónoma en número de viviendas iniciadas en esa década. En este periodo, se construyeron unas 790.000 unidades residenciales, lo que supuso un incremento del 36% con respecto a las existentes en 1996, una media anual de 16,6 viviendas por mil habitantes. El incremento fue continuo cada año ya que se pasó de 24.260 viviendas en 1996 a casi 100.000 en 2006, con lo cual, se multiplicó por cuatro la actividad constructiva, un 50% más que la media española (Hernández et al., 2014a). Esta concentración regional se acentúa todavía más a escala provincial. Las 11 provincias ribereñas del mediterráneo suman 2.487.262 nuevas viviendas visadas para el periodo 2000-2011, lo que supone el 43,88% del total estatal. Sorprendente resulta esta actividad en la provincia de Alicante que se situó en el tercer puesto del ranking nacional (345.410) tras Madrid y Barcelona, y por encima de provincias de mayor entidad poblacional (población de derecho) como Valencia o Málaga, en la propia fachada mediterránea española, o de Sevilla. El proceso más espectacular ha sido el notable incremento de la segunda residencia. En el intercensal de 1991 a 2001, el número total de viviendas de la región habría crecido de 2.094.033 unidades a 2.547.775, es decir, un saldo positivo de 453.742 unidades (Hernández et al., 2010). En el periodo entre 2001 y 2011, la Comunidad Valenciana era la quinta región española con mayor incremento del parque de viviendas (un 23,50% frente a la media nacional que se situó en el 20,30%). El porcentaje de vivienda secundaria en 2001 se situaba en torno al 22% del total de viviendas y se elevaría hasta el 40% si se incluyera la vacía, frente al 15% de 1991 y el escaso 3% de 1961; valores que se han mantenido en el intercensal 2001-2011, cuando la vivienda vacía asciende al 21% del total. Estos valores se incrementan significativamente al descender a la escala local ya que prácticamente en la totalidad de los municipios litorales y prelitorales el porcentaje de vivienda no principal supera el 50%. Valor que supera a la media provincial situada en 26,90% (INE, 2012). A este altísimo ritmo de construcción de viviendas se le van a añadir desde principios de este siglo, y de manera más intensa desde 2002, unas propuestas de actuaciones urbanísticas o Planes Generales municipales de unas dimensiones enormes y desconocidas hasta ahora, que proyectaban un futuro de crecimiento y de ocupación del territorio aún mucho más rápido. Son muy frecuentes las propuestas de urbanizaciones de entre 2.000 y 7.000 viviendas, en general para segunda residencia y casi siempre con campos de golf. E incluso en municipios con apenas unos centenares de habitantes se plantean actuaciones urbanísticas de entre 1.000 y 2.000 viviendas que supondrían multiplicar por 5 o más, la población actual y una transformación radical del territorio, sumado, a que estas actuaciones no estaban previstas en los Planes Generales vigentes. El litoral de la provincia de Alicante es una franja de terreno que se extiende sobre 218 kilómetros de costa comprendida entre los municipios de Pego al norte y Pilar de la Horadada al sur, adentrándose hasta 10-15 kilómetros hacia el interior abarcando el 32% de la superficie de la provincia (Piqueras, 2012). Es uno de los principales ejes de poblamiento y desarrollo turísticos de la Comunidad Valenciana, donde los municipios costeros que vivían de la pesca o la agricultura han pasado a ser pueblos dedicados al turismo y los servicios, transformando el territorio costero en zonas urbanas para apartamentos, urbanizaciones, hoteles, puertos o marinas deportivas, etc. (Torres, 1997). En este sentido, durante los últimos años el sector turístico ha ejercido de motor de la recuperación de la economía española, principalmente durante los meses estivales, tras el inicio de la crisis en 2007/08. Para el año 2013, según los datos de Exceltur, el PIB turístico creció +1,3% entre julio y septiembre respecto al mismo periodo del año anterior, lo que supone una aportación positiva de 0,14 puntos al PIB de España. En relación con los empleados que alberga este sector, el crecimiento de la actividad turística en el tercer trimestre de 2013 se ha traducido en la generación de 11.525 empleos netos (+1,1%), con los últimos datos disponibles de afiliación de la seguridad social, erigiéndose como uno de los principales sectores de la economía española que está contribuyendo a mitigar el problema del desempleo actual en España. Si se analiza el área de estudio de esta tesis doctoral, ubicada en el litoral valenciano, el 70,30% de los alojamientos han mejorado los niveles de facturación y el 48,30% la rentabilidad en el tercer trimestre de 2013, gracias al mayor nivel de demanda extranjera y nacional (+3,5% en el total de las pernoctaciones hoteleras entre julio y agosto). En este sentido, el mejor comportamiento se ha dado en la Costa Blanca (provincia de Alicante) (+4,30% REVPAR), gracias al positivo crecimiento de las ocupaciones (Exceltur, 2013). En 2012, la Comunidad Valenciana recibió 22,2 millones de visitantes que supusieron 153,9 millones de pernoctaciones. La oferta de alojamiento ascendía a 380.970 plazas (Agencia Valenciana de Turismo, 2013a). Las 124.076.154 plazas hoteleras, que se concentran en un 50% en la provincia de Alicante, acogieron 6,93 millones de viajeros y generaron algo más de 24 millones de pernoctaciones; lo que supone el 8,60% del total nacional (Agencia Valencia de Turismo, 2013b). Ascendiendo al 10,20% la población activa valenciana vinculada al sector turístico y a un 12,60% la aportación del turismo al PIB de la Comunidad Valenciana en 2010, último año con datos disponibles (Exceltur, 2011). Esta oferta se completa con la residencial integrada por viviendas y apartamentos no reglados, que suman alrededor de 2,2 millones de plazas que representa el 20% de la oferta total española (Vera et al., 2004). Es la tipología de alojamiento dominante y pone de manifiesto el enorme peso del turismo residencial y del sector inmobiliario en la región valenciana. Como consecuencia de estos procesos, ha habido un desarrollo económico importante en los sectores de los servicios y de la construcción que provocó la llegada en un primer momento de mano de obra española procedente de la zona interior del país (Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia, etc.), a partir de las décadas de 1960 y 1970 (Piqueras, 2012). La población de los municipios costeros registró una evolución creciente con la llegada de mano de obra procedente de otras regiones de España y, posteriormente, con la llegada de extranjeros jubilados procedentes del centro y norte de Europa que han comprado una vivienda para vivir durante todo el año o gran parte de él (Casado, 2012a; 2012b). Lo que se ha producido ha sido una concentración demográfica en el litoral de la provincia de Alicante, ya que aproximadamente el 75% de la población se concentra en este sector. A modo de ejemplo, cabe citar el municipio de l¿Alfàs del Pi, donde sus efectivos demográficos han crecido de 5.049 habitantes en 1981 a 21.670 en 2011, representando la población extranjera el 57% del total, y dentro de éste, el 40% procedente de países miembros de de la UE (INE, 2012). Valores similares se observan en San Fulgencio, donde en 2011 había censados 2.765 españoles, frente a 9.085 extranjeros europeos, de los cuales, 6.262 proceden del Reino Unido. Por lo tanto, se ha producido en los municipios litorales un crecimiento urbanístico ligado principalmente a segundas residencias, que son ocupadas de manera general por extranjeros europeos jubilados que han comprado una vivienda para residir de forma permanente o gran parte del año. Este crecimiento urbano ligado al turismo ha sido favorecido por diversas causas. Entre éstas cabe citar la existencia de una política flexible en materia de ordenación del territorio que ha favorecido la oferta de abundante suelo urbanizable (Ley de suelo de 1956) (Olcina, 2009). También por unas condiciones climáticas idóneas para el turismo de sol y playa con más de 2.900 horas de sol al año, excelentes comunicaciones (sobre todo a partir de la construcción del aeropuerto del Altet en 1967) (Torres, 1997) y una tradición turística que se remonta a la oferta de balnearios muy presentes en la costa alicantina ya en el siglo XIX, al igual que la consolidación del turismo que se vio favorecido por el Plan de Estabilización de 1959 y por el contexto aperturista de los años 60 (Vera, 1987). La normativa que ha permitido la liberalización del suelo en las últimas décadas ha sido la ley estatal del suelo (Ley sobre Régimen del Suelo y Valoraciones, Ley 6/1998) que consideró el suelo rústico que había hasta el momento como suelo urbanizable (salvo el que ya se le había asignado un valor declarado como protegido). El resultado ha sido la posibilidad de un crecimiento urbanístico ilimitado, mediante la utilización masiva de suelo no urbanizable en los lugares y en las condiciones que la iniciativa privada ha promocionado, en ocasiones sin reparar en repercusiones ambientales y paisajísticas. El crecimiento inmobiliario también se ha beneficiado de las excepcionales condiciones de financiación para la compra de viviendas (Burriel, 2008). El incremento del número de hogares y una buena situación económica en España y en Europa fueron los factores decisivos del fuerte incremento de esta demanda en los últimos diez años antes de la crisis económica. Esta crisis iniciada en 2007/08, acentuada por el propio modelo urbanístico que había generado un exceso de oferta, ha ralentizado muchos de los grandes proyectos urbanos. Este hecho puede permitir un tiempo de reflexión sobre la insostenibilidad del modelo, que lleve a comunidades autónomas, ayuntamientos y agentes económicos a decidir el cambio a un crecimiento más razonable, influyendo en el desarrollo local a largo plazo y creando una actividad productiva más sostenible. No obstante todavía hay municipios que siguen actuando como si no hubiera cambiado nada y continúan proponiendo planes y actuaciones urbanísticas enormes (ver el Plan Rabasa de la ciudad de Alicante). En ocasiones, estos procesos urbanos han acentuado los problemas sobre la disponibilidad de agua y la asignación de recursos a los distintos usos (Cole, 2014; Gössling, 2012; 2015; Staddon et al., 2011). A la hora de abordar las relaciones entre urbanización y consumo de agua, un aspecto clave a tener en cuenta es que sobre ellos, inciden varios procesos y que cada uno de ellos comporta una demanda y un comportamiento diferente en relación con este recurso. La difusión de los usos residenciales se caracteriza por la implantación de modelos territoriales diferenciados. En la costa norte de la provincia de Alicante, más accidentada y con presencia de relieves que se presentan en forma de acantilados en contacto con el mar como en la zona de las comarcas de la Marina Alta y Marina Baja (Gil y Rico, 2015), han proliferado las construcciones de urbanizaciones de baja densidad (chalés). Cabe indicar una excepción en este sector, el modelo de ciudad compacta y en altura de Benidorm (Baños, 1999), si bien en los últimos años también han aparecido las urbanizaciones de chalés y adosados en algunos sectores de su término municipal. Benidorm se ha configurado como una ciudad turística y de ocio con construcciones de apartamentos y hoteles en altura que le han proporcionado la denominación de ¿la ciudad de los rascacielos¿, que correspondería a un tercer modelo, el denominado turismo sensu stricto (Rico et al., 2009). En el lado opuesto al litoral norte, en la comarca de la Vega Baja y parte del Bajo Vinalopó (litoral sur), el modelo urbano predominante es el que se caracteriza por la presencia de bungalows o viviendas adosadas de manera intensiva y que tradicionalmente ha sido comparado con el modelo de construcción de Benidorm, al ser dos modelos de urbanización contrapuestos. El de Benidorm, centrado en una densificación de viviendas que minimiza el gasto y la demanda de recursos, mientras que el de la ciudad de Torrevieja (litoral sur) ha apostado por la ocupación del territorio con urbanizaciones, viviendas unifamiliares y chalés, configurando una zona urbanizable extensiva (Baños, 1999). Si se compara el modelo de urbanización de las localidades del litoral sur con el norte, en las primeras, las urbanizaciones de adosados permiten una mejor gestión del recurso agua, ya que los jardines y las piscinas son comunitarios, mientras que en el litoral norte, la urbanización que predomina son los chalés con jardín y piscina unifamiliares. Los impactos del modelo urbano son notables en los consumos urbanos (Domene y Saurí, 2006). Según los diferentes modelos de urbanización existentes, los consumos de recursos resultantes son diferentes. El consumo de agua en áreas urbanas de alta densidad es manifiestamente inferior al de zonas de baja densidad, ya que en estas últimas hay presencia de usos exteriores como jardines y piscinas. La ciudad compacta permite una gestión más eficiente del ciclo integral del agua. Disminuye la longitud de las redes, se agilizan tareas de localización y reparación de fugas mediante SIG y sectorización de la red y disminuyen las pérdidas en la red litros/km/día. También se reducen los volúmenes de Agua No Registrada (ANR) y los módulos de gasto por turista no suelen superar los 200 litros/hab/día (Rico, 2007). En cambio, la ciudad difusa y de baja densidad propicia un mayor consumo de suelo y de recursos hídricos. La mayor longitud de las redes de distribución, incrementa las pérdidas en la red litros/km/día y crece el volumen de Agua No Registrada (ANR), además de que se hace más compleja la detección de fugas. Ante esta situación, los sistemas de captación, distribución, saneamiento y depuración deben dimensionarse para atender la estacionalidad. Por ejemplo, en viviendas unifamiliares con jardín y piscina se alcanzan módulos de 600 litros/hab/día y el consumo se intensifica en verano (Rico, 2007). Esta oferta de alojamiento se activa sobre todo en verano y en otros periodos de vacaciones y como consecuencia tienen una menor trascendencia socioeconómica del uso del agua. Además, pueden provocar restricciones en estos periodos del año cuando la demanda de este recurso es alta. Por lo tanto, se establece en estos destinos turísticos un consumo de agua por persona y día (250-600 litros), sumado a las zonas con jardines con una vegetación poco acorde con las regiones semiáridas (césped), piscinas y parques acuáticos y la presencia de campos de golf con un consumo medio de 1.500 m3/día para las 35-40 hectáreas de un campo de 18 hoyos (Gil y Rico, 2007). A pesar de estas diferencias, el proceso urbanizador también tiene una historia social detrás, tanto en las zonas de alta como en las de baja densidad, ya que los consumos de agua se pueden ver modificados por otras variables como, por ejemplo, los niveles de riqueza (Harlan et al., 2009; Worthington y Hoffman, 2008). De este modo, los hábitos de consumo pueden variar en zonas con un tipo de urbanismo similar, pero con condiciones socioeconómicas distintas. Igualmente, factores de tipo demográfico y cultural pueden hacer variar estos comportamientos. También es importante tener en cuenta el proceso de difusión e imitación de los modelos residenciales. La acusada urbanización del litoral, especialización funcional del territorio y los procesos de articulación característicos del modelo de desarrollo turístico, son los que han impulsado el fenómeno de la segunda línea. Ésta, se define por la expansión de asentamientos turísticos hacia el interior, ante el menor precio del suelo, la flexibilidad del planeamiento y las nuevas tendencias en la valoración de los recursos ambientales turísticos, junto con la supuesta cualificación que introducen los campos de golf (Baños, 2014). La segunda línea llega hasta 10-15 km hacia el interior como ocurre en el caso de la Vega Baja, afectando a municipios como San Fulgencio, Rojales, San Miguel de Salinas o La Nucía o Polop en la comarca de la Marina Baja, provocando un enfrentamiento entre el uso agrícola y el turístico residencial. Igualmente, uno de los principales rasgos diferenciadores del consumo turístico de agua en el alojamiento extrahotelero es la estacionalidad, debido a un tipo de poblamiento vacacional que suele practicarse en apartamentos, chalés, etc., (en un periodo de tiempo determinado), es decir, generalmente en viviendas no principales en propiedad que no son consideradas en las estadísticas oficiales. También, los recursos de agua pueden influir en la elección de los destinos turísticos, al igual que la oferta de servicios turísticos como campos de golf, parques acuáticos, piscinas, jardines, etc. Por lo tanto, el gasto turístico del agua en los municipios litorales, se acentúa en el periodo estival y durante todo el año muy por encima de la media de otros municipios (Rico et al., 2009). El área de estudio es también un elemento territorial de valor innegable, ya que la escala local representa un ámbito básico para examinar las características del consumo de agua. Las ciudades del litoral alicantino, al igual que otras áreas del Mediterráneo, han experimentado grandes crecimientos urbanísticos en esta última década, que en buena parte se debe a un aumento rápido de su población y de las actividades económicas relacionadas con el ocio y el turismo (Salvati y Sabbi, 2015). Ante esta situación de crecimiento inmobiliario y poblacional, las expectativas de demanda de recursos hídricos fueron en aumento hasta mediados de la década del 2000, ya que a partir de esta fecha tuvo lugar un retroceso en el consumo de agua doméstica que se estudiará en esta tesis doctoral. Por lo tanto, esta demanda de agua es uno de los principales problemas con lo que se ha encontrado el crecimiento urbano que se acrecienta en esta región semiárida, donde el reparto espacial de las disponibilidades hídricas resulta notablemente desigual, por causas climáticas e hidrográficas (Gil, 1993; Olcina, 2002). Salvo la Vega Baja, las demás comarcas litorales alicantinas no poseen ríos alóctonos. Sus cursos de agua son ramblas y barrancos casi siempre secos con un funcionamiento intermitente y espasmódico, y en el mejor de los casos ríos-rambla como puede ser el Vinalopó, Monnegre o Amadorio que se encuentran prácticamente secos durante todo el año salvo en época de lluvia (otoño y primavera) donde se registran las mayores avenidas debidas a las precipitaciones de intensidad horaria típicas de esta región mediterránea (Gil y Rico, 2007). En el caso del litoral de Alicante, con la sobreexplotación de los acuíferos locales, los abastecimientos de agua potable se han resuelto mediante la configuración de complejos sistemas de captación y distribución en alta gestionados por mancomunidades (Canales del Taibilla), consorcios (Marina Baja) y entidades privadas o mixtas (Aguas de Alicante), que distribuyen recursos alóctonos superficiales e hipogeos trasvasados desde otras cuencas (Tajo-Segura, Alto Vinalopó-Campo de Alicante). La mayoría de estos sistemas han alcanzado límites críticos en la garantía de los suministros actuales, más aún durante situaciones de sequía, lo que ha propiciado la construcción de un gran número de desalinizadoras en todo el litoral mediterráneo (entre otros), desde Barcelona a Málaga, con iniciativas impulsadas por el Ministerio de Medio Ambiente (Programa A.G.U.A.) y por los propios promotores inmobiliarios, que servirían también para atender nuevas demandas urbano-turísticas (Rico, 2010; March et al., 2014). Por otra parte, en los últimos años ha habido un impulso por mejorar la ordenación de territorio para intentar paliar los problemas que pueden acarrear estas demandas con una mejor gestión y planificación de los destinos turísticos. También se han creado nuevas leyes que garanticen la disponibilidad de agua en las nuevas expansiones urbanas como por ejemplo, la Ley 4/2004 de 30 de junio, de Ordenación del Territorio y Protección del Paisaje de la Comunidad Valenciana (LOTPP), la Ley 11/2005 de 22 de junio, de modificación del Plan Hidrológico Nacional o la propia Ley 8/2007 de 28 de mayo, de suelo, que obliga el preceptivo informe de la Administración Hidrológica sobre la presencia de recursos hídricos suficientes para satisfacer las nuevas demandas (Art. 15). Normativas que inciden en la regulación de los usos del suelo y, consiguientemente, en las futuras demandas de agua. Conclusión Según se recogió en la hipótesis de partida de esta tesis doctoral, ésta consistía en ¿poner de manifiesto las relaciones que se establecen entre modelos de ocupación del territorio (tipologías urbanas) (con finalidades residenciales, turísticas o una combinación de ambas) y el consumo para usos urbano-turísticos, con particular atención a determinar las características que influyen en éste, determinando si la expansión de los usos urbano-residenciales acaecida en los últimos años, unido a la difusión de modelos más extensivos, cabría suponer un incremento de los consumos hídricos y si esta evolución se ve condicionada por otras variables como pueden ser factores de renta, sociales, sociológicos, etc.¿. En este sentido, como se ha podido comprobar y corroborar con datos empíricos, el incremento del consumo de agua para usos urbanos turísticos coincidiendo con el último boom inmobiliario no se cumple, ya que éste ha descendido de manera general desde mediados de la década del 2000, aunque en algunas localidades ya se produce desde principios de este periodo. El incremento de los consumos en la mayor parte de los municipios se produjo desde principios de la década de los noventa hasta mediados de la década del 2000. El descenso de éste se debe a distintos factores, todos ellos importantes e interrelacionados, a saber: una mayor concienciación ambiental, aumento del precio de la factura del agua, electrodomésticos más eficientes en el uso del agua, la mejora de la red de distribución en baja por parte de las empresas suministradoras de agua potable (que ha provocado menores perdidas por fugas y averías), la utilización de aguas regeneradas y en última instancia, la actual crisis económica que ha agravado aún más si cabe el consumo de agua potable. En relación con las variables que pueden incidir en el consumo de agua por vivienda se ha comprobado que son varios los que influyen. En este sentido, el consumo de agua será distinto entre diferentes tipologías urbanas, ya que por ejemplo, éste se incrementa en las viviendas caracterizadas por la presencia de elementos externos (jardines y piscinas) que pueden llegar a consumir hasta la mitad del agua demandada para usos domésticos de un hogar. Otra variable a tener en cuenta es la renta económica, ya que en función de ésta e interrelacionado con la tipología de la vivienda, a mayor renta de la familia, la parcela y los usos exteriores como son el jardín y la piscina presentarán una mayor superficie que en aquéllos de menor renta económica. También cabe tener en cuenta el factor socio-demográfico, ya que en función del número de residentes en el hogar, el consumo puede ser mayor o menor. En este sentido, en la tipología de la vivienda de adosados, caracterizados por ser habitados por familias con niños, el consumo puede ser similar que en chalés, incluso teniendo un pequeño jardín y de manera general, pavimentado. Otro elemento que cabe destacar es la estacionalidad de la vivienda ya que se ha comprobado como una misma tipología de vivienda puede tener consumos muy dispares si éste factor interviene. Por ejemplo, en viviendas de apartamentos de Alicante (Playa de San Juan) y El Campello (Playa de Muchavista) que en la actualidad, muchas de ellas son primeras residencias, el consumo es muy superior que, por ejemplo, en los apartamentos de Torrevieja (segundas residencias). En relación con los objetivos señalados en el apartado inicial, se diferenció entre los generales y específicos. Teniendo en cuenta los generales, el primero de ellos, ¿conocer las dinámicas territoriales registradas en la costa alicantina en las últimas décadas, relacionado con el último boom de la construcción, haciendo particular atención a los procesos evolutivos del cambio de usos del suelo y el crecimiento de la superficie urbano-residencial, y por consiguiente el incremento de los conflictos por el acceso a determinados recursos naturales (agua y suelo)¿. Se ha alcanzado al 100%, ya que se ha comprobado las dinámicas territoriales tanto en el espacio como en el tiempo, especialmente, con la cartografía relacionada con los usos del suelo, que ha puesto de manifiesto los diferentes conflictos por el acceso al recurso suelo y agua. El segundo objetivo ¿estudiar la demanda doméstica de agua (incluyendo el sector urbano-turístico) y sobre los factores (demográficos, territoriales, sociales, económicos, culturales, etc.), que influyen en esta demanda¿, también se ha cumplido prácticamente en su totalidad ya que se ha comprobado con datos empíricos facilitados por las empresas suministradoras de agua la evolución del consumo de agua para usos urbano-turísticos, al igual que los diferentes factores que han influido en su evolución. Cabe indicar la dificultad de conseguir estos datos ya que no se han podido analizar para un periodo de años para todas las localidades. Ello tiene que ver con el año en que la empresa se hacía con la concesión del suministro de agua. El tercer objetivo general ¿analizar la demanda de agua asociada a los diferentes elementos externos que componen las viviendas de las urbanizaciones del litoral (jardines y piscinas)¿, se ha alcanzado igualmente, ya que se ha podido comprobar las características de estas nuevas naturalezas urbanas y cómo influyen en el volumen total de agua de una vivienda teniendo en cuenta sus necesidades hídricas. Cabe indicar que ha sido complicado en relación con los jardines unifamiliares calcular determinados datos, por ejemplo, la superficie ajardinada, ya que los entrevistados facilitaban un dato medio pero sin saberlo con exactitud, hecho este que abre una puerta de investigación futura para calcular y aproximarse más al dato real de la superficie de éste elemento. También se puede decir lo mismo del volumen de agua demandado por las piscinas, ya que se ha calculado un dato teórico de la cantidad de agua que una piscina puede llegar a consumir al año, pero no significa que realmente demande ese volumen. Este hecho ha complicado el proceso de análisis del peso que tienen estas naturalezas urbanas en relación con el volumen de agua consumido por una vivienda. El cuarto objetivo, ¿evidenciar las repercusiones desde el punto de vista de la demanda de agua derivadas de la expansión urbano-residencial¿, se ha logrado ya que se ha podido comprobar cómo ésta ha influenciado en el litoral de Alicante en relación con la actividad turística y especialmente con el último boom inmobiliario. El último objetivo general, ¿analizar como las empresas suministradoras de agua planifican y gestionan el agua en baja en los municipios¿ también se ha logrado ya que se llevaron a cabo diferentes entrevistas a los gerentes de las oficinas de estas empresas con el objetivo de conocer de primera mano cómo gestionan y planifican el suministro de agua a la población. En este sentido también cabe indicar la dificultad a la hora de poder concertar entrevistas con los gerentes de las empresas suministradoras de agua, ya que de los nueve municipios del área de estudio de detalle, sólo se han podido realizar en seis (teniendo en cuenta a la ciudad de Benidorm). En relación con los objetivos específicos, el primero de ellos ¿compilar un repertorio bibliográfico sobre las relaciones entre procesos de urbanización y usos del agua¿, para su consecución, fue necesario llevar a cabo un análisis de las líneas de estudio y de los grupos de investigación españoles que presentan entre sus líneas de investigación estas temáticas. También se consideró oportuno realizar una aproximación a la bibliografía relacionada con estos procesos en el ámbito internacional con particular atención a la literatura científica anglosajona, por ser ésta, la que en mayor medida ha llevado a cabo estudios entre la demanda de agua y urbanización. Con ello se pretende actualizar las metodologías e información en el área de estudio de esta tesis doctoral y aumentar en el conocimiento de esta literatura en este territorio. Este objetivo específico se ha logrado ya que se ha llevado a cabo un análisis de la bibliografía relacionada con las dinámicas territoriales y recursos hídricos en la costa de Alicante. También cabe señalar que una dificultad ha sido discernir entre todas las referencias bibliográficas, es decir, cuales se adecuan a la línea y cuáles no, y además, que el cumplimiento de este objetivo ha sido prácticamente del 100%, aunque alguna referencia puede haber sido no incluida. El segundo objetivos específico ¿documentar cartográficamente el proceso de transformación territorial generado por el proceso de urbanización durante el periodo 1956-2012 en el área de estudio y establecer una tipología de los usos del suelo urbano-residenciales para estas áreas que sirva posteriormente para clasificar los municipios según el tipo de urbanización (baja densidad -chalés-, adosados y alta densidad-apartamentos con jardín y/o piscina)¿, se ha alcanzado también en su totalidad, puesto que se ha llevado a cabo una cartografía para este periodo de tiempo y se ha distinguido entre diferentes tipologías urbanas. Con ello, se ha podido corroborar cartográficamente el proceso evolutivo de la urbanización del litoral alicantino y se ha puesto de manifiesto la trascendencia territorial de las diferentes tipologías urbanas en función de los sub-espacios analizados (litoral norte y sur). El tercer objetivo específico ¿analizar la evolución socio-económica del litoral de Alicante atendiendo a elementos como la población y la vivienda en relación con la actividad turística¿ también se ha completado al 100% mediante la consulta de de datos estadísticos oficiales relacionados con la población, vivienda y oferta turística (principalmente a partir de bases de datos del INE, del IVE y del Observatorio de Turismo de la Generalitat Valenciana). El cuarto objetivo, ¿determinar mediante un análisis estadístico, los principales factores que explicarían las variaciones en el consumo doméstico asociada mayoritariamente a la proliferación de los elementos exteriores de las viviendas (jardines y piscinas)¿ se ha cumplido en un porcentaje muy elevado gracias a los datos recopilados de las entrevistas llevadas a cabo en las viviendas las urbanizaciones de nueve localidades del litoral alicantino que suplen la inexistencia de esta información en las estadísticas oficiales. Especialmente útiles han sido los datos relacionados con las características del jardín y piscinas. Un escaso valor científico se obtuvo de las entrevistas de los datos relativos a consumos o a nivel de renta. Ello explica la dificultad para la consecución del objetivo en su totalidad. Siendo necesario para ello recurrir a otra fuente de información cómo fueron las entrevistas a gestores de las empresas concesionarias del suministro en baja de los municipios objeto de estudio. El quinto objetivo ¿conocer como se ha producido la evolución de la demanda de agua de los municipios estudiados y corroborar la tendencia en los últimos años¿, se ha cumplido prácticamente en su totalidad. Ello ha sido posible gracias a las empresas suministradas de agua que han facilitado los datos necesarios para poner de manifiesto la tendencia registrada por estos municipios desde principios del siglo XXI, y en algunos casos desde 1995. Cabe indicar, que teniendo en cuenta que estas empresas son reticentes en facilitar datos, se puede afirmar que este objetivo se ha cumplido, aunque de los 35 municipios estudiados en el litoral de Alicante, se han facilitado datos únicamente de 22 (el 62,85%). El último objetivo específico ¿identificar y valorar las medidas orientadas al ahorro de recursos hídricos y, en su caso, proponer actuaciones complementarias¿ también se ha alcanzado ya que se han identificado las diferentes medidas orientadas al ahorro de este recurso, especialmente, las que llevan a cabo las empresas suministradoras de agua con el objetivo de aprovechar el máximo volumen de agua, y sobre todo, la sustitución de recursos convencionales por los no convencionales. Teniendo en cuenta, tanto la hipótesis de partida y los objetivos (generales y específicos) que se expusieron en la parte inicial de la tesis, la valoración del cumplimiento de ellos, se puede concluir que ha sido muy positiva, ya que se han cumplido todos ellos. El único elemento a tener en cuenta y que cabe matizar, es la parte relacionada con los datos del consumo de agua potable, ya que estos datos dependían de las empresas suministradoras de agua y por lo tanto, acceder a una serie de años y de diferentes datos vinculados con tipologías urbanas ha sido complejo, al igual que acceder a conocer las características socio-económicas de las viviendas de las que se obtuvieron datos de consumo de agua. Bibliografía consultada Aitken C.K., McMahon, T.A., Wearing, A.J. and Finlayson, B.L., 1994: Residential water use: predicting and reducing consumption. Journal of Applied Social Psychology., 24, 136¿158. Arbués, F.,García-Valiñas M.A., and Martínez-Espiñeira R.. 2003. 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