• Título:  AL-ANDALUS Y LAS FUENTES DEL ORO
• Autor:  VILLAR IGLESIAS, JOSE LUIS DE
• Universidad:  Universidad de Sevilla
• Departamento:  Historia medieval y ciencias y técnicas historiográficas
• Fecha de Lectura:  20/01/2016
• Programa de doctorado:  POLITICA, ECONOMIA Y SOCIEDAD EN LA EDAD MEDIA, ANTIGUO Y NUEVO REGIMEN
• Dirección: 
  • VALOR PIECHOTTA, MAGDALENA (DIRECTOR)
• Tribunal: 
  • Lora Serrano, Gloria (PRESIDENTE)
  • ROLDÁN CASTRO, FÁTIMA (SECRETARIO)
  • VILA VILAR, ENRIQUETA (VOCAL)
  • VIDAL CASTRO, FRANCISCO (VOCAL)
  • BORJA BARRERA, FRANCISCO  (VOCAL)
• Descriptores: 
  • HISTORIA
• Localización:  UNIVERSIDAD DE SEVILLA, SERVICIO DE DOCTORADO
• Resumen:
  La ambición por poseer y acumular oro es un fenómeno que podemos rastrear en todas las sociedades que se desarrollaron en el entorno del Mediterráneo desde el mundo antiguo hasta la actualidad. Asimismo, el metal amarillo ha jugado un papel esencial en la formación, consolidación y expansión de esa última forma de organización de las sociedades humanas que son los Estados. Salvo en algunas zonas de Asia Menor, de los Balcanes y de la Península ibérica, ya prácticamente agotadas en la Antigüedad, el oro fue siempre un metal escaso en la cuenca mediterránea. Sus pueblos tuvieron que salir a buscarlo al exterior hacia todos los puntos cardinales, bien mediante las conquistas de otros pueblos que lo habían acumulado en legendarios tesoros, bien poniendo en explotación nuevos yacimientos. Al iniciarse el siglo VII de la era cristiana, la circulación de la moneda de oro y el abastecimiento del metal precioso en el mundo mediterráneo y su entorno inmediato se estructuraba en tres grandes áreas: -El Occidente romano-germánico, cuyas fuentes internas estaban agotadas y que había venido sufriendo, desde tiempo atrás, una continua sangría de oro, por lo que estaba prácticamente desprovisto de este metal. -El Imperio bizantino, que tampoco disponía de fuentes internas, pero que consiguió aprovisionarse de oro desde el exterior, aunque con dificultades crecientes. También dispuso de importantes reservas atesoradas en los poderosos monasterios de Egipto y Siria que sirvieron de soporte a la moneda de oro de la Roma oriental, el aureus solidus o ¿¿¿¿¿¿¿. -El Imperio de los persas sasánidas, con importantes cantidades de oro atesorado y con acceso a las fuentes de oro asiáticas, pero cuyo sistema monetario se basaba en la moneda de plata. Esta situación va a sufrir una profunda alteración con la llegada a las orillas del Mediterráneo de nuevas formas políticas, sociales y culturales de la mano del islam. Su irrupción en el mundo mediterráneo trajo, entre tantas y tan profundas transformaciones, la de la propia historia del oro. El oro con el que el mundo musulmán se surtió durante la Edad Media tuvo una procedencia variada. Sin duda, la puesta en circulación de las grandes cantidades de oro atesoradas en los primeros países conquistados por los árabes desempeñó un papel importante. Es el caso de Mesopotamia e Irán, dominadas por los sasánidas, donde el oro no se acuñaba, pero en los palacios abundaba en joyas, lingotes y muebles preciosos. En el caso de la conquista de Egipto fue especialmente importante el botín conseguido en la región de Dongola, en el Alto Egipto, que era el punto por el que se introducía el oro de Nubia y Etiopía. La zona fue conquistada hacia 654 y, además del oro confiscado a las iglesias, su dominio puso en manos del naciente Imperio árabo-musulmán el control de las rutas de acceso a los históricos yacimientos de oro nubios y etíopes que siguieron siendo 2 explotados durante esta época. Obviamente, las cecas islámicas se nutrieron del oro de la Península Arábiga y del procedente del Caúcaso, al que Bizancio tuvo cada vez mayores dificultades para acceder. También, gracias a su expansión hacia el centro de Asia, se pudieron surtir del oro de los Urales, del Altai y del Tibet. Igualmente, la antigua vía que a través del mar Rojo alcanzaba África Oriental fue controlada por los navegantes árabes que fueron estableciendo colonias en las costas e islas del océano Índico. Pero esta Tesis Doctoral se centra en un oro nuevo que empezó a afluir a la cuenca del Mediterráneo desde mediados del siglo VIII. Un oro que procedía de una nueva fuente y que llegaba al Mediterráneo en las caravanas que cruzaban el Sáhara: el oro de bil¿d al-S¿d¿n, el país de los negros. En efecto, el análisis metalográfico de distintas acuñaciones de dinares norteafricanos y andalusíes, y su comparación con modernas pepitas de oro procedentes del Sudán Occidental, ha permitido llegar a las siguientes conclusiones: -las acuñaciones de Ifr¿qiya anteriores a 750 son producto de la reutilización del oro de las monedas bizantinas. -es precisamente hacia 750 cuando se observa un cambio en el contenido del oro en dichas acuñaciones, lo que es, sin duda, la mejor prueba de la llegada de un oro procedente de nuevas fuentes. -las concentraciones de platino, paladio, galio y antimonio de las monedas de oro acuñadas en Ifr¿qiya después de 750 coinciden con las de las acuñaciones norteafricanas de los almorávides en la ceca de Si¿ilm¿sa. Asimismo, dicha composición también coincide con la de modernas pepitas de oro procedentes de Ghana, Costa de Marfil y Malí. -los dinares que los omeyas cordobeses acuñan a partir de 316H/928- 929)presentan unas concentraciones de los citados elementos químicos coincidentes con las anteriores. Así, el acceso a las fuentes del oro sudanés no sólo fue un objetivo estratégico de primer orden para el estado omeya andalusí, sino que, además, no es posible entender sin ese factor, el éxito de los califas cordobeses en la consolidación de sus estructuras políticas en al-Andalus. La excepcional calidad de los dinares que desde 316H/928-929 y hasta los primeros años del siglo VH/XI se acuñaron en las cecas califales de al- Andalus y el Magreb; los datos manejados sobre sus volúmenes (recordemos el de los 40.000.000 de dinares existentes en el tesoro de al-¿akam II en el momento de su muerte); las referencias de los cronistas árabes, corroboradas por algunas piezas conservadas, sobre el atesoramiento del oro por los grupos dominantes; su uso en la decoración palatina o en la fabricación de determinados objetos suntuarios como las joyas y el ¿ir¿z, lo evidencian. Por todo ello, afirmábamos que la demanda de oro se convirtió en uno de los 3 rasgos característicos del estado andalusí y determinó, decisivamente, la política africana de los califas cordobeses. Igualmente, durante este periodo de tiempo que se extiende entre mediados del siglo VIII y el siglo X, se produjo la maduración de varias estructuras políticas en el Sudán Occidental y la penetración del islam en esta región africana. Sin embargo, fue a partir de la segunda mitad del siglo VH/XI cuando, en el marco de la unificación del occidente islámico que supuso la expansión almorávide, el oro del Sudán Occidental comenzó a afluir en notabilísimos volúmenes hacia la cuenca del Mediterráneo. Desde entonces y hasta 1492, la historia del oro en esta región fue, esencialmente, el relato del acceso a sus fuentes sudanesas. El análisis de la decisiva importancia que tuvo esta afluencia de oro en las estructuras políticas y económicas de las sociedades europeas y norteafricanas durante este periodo ha sido, obviamente, una de los cuestiones centrales de esta Tesis. El hecho, por ejemplo, de que los almorávides sometieran a su dominio el inmenso territorio que se extiende entre los ríos Ebro y Senegal les permitió monopolizar la comercialización del oro sudanés. Un oro que, en su mayor parte, se acuñaba inmediatamente en las numerosas cecas que los almorávides establecieron desde N¿l o Si¿ilmasa hasta Murcia o Valencia, y que circularía por todo el Mediterráneo, musulmán o cristiano. Y así, en efecto, la abundancia, calidad y perfección metrológica de las acuñaciones almorávides de dinares hizo de ellos la moneda de referencia de las sociedades mediterráneas desde mediados del siglo XI al XII, dejando su conocida huella etimológica en los maravedíes castellanos. En conclusión, a lo largo de esta Tesis hemos analizado las siguientes cuestiones: I.La función del oro en la formación, consolidación y expansión de las estructuras políticas de las sociedades islámicas occidentales entre los siglos XI y XV. Obviamente nos hemos ocupado, fundamentalmente, tanto de las que se desarrollaron exclusivamente en al-Andalus, como de las que ejercieron su dominio a ambos lados del estrecho de Gibraltar: almorávides, almohades y meriníes. Con este fin, hemos estudiado tanto las acuñaciones monetarias, como las demás evidencias materiales del metal precioso (joyas y objetos suntuarios de todo tipo, ¿ir¿z,¿) II.El acceso a las fuentes del oro supuso enfrentarse a un desafío de extraordinaria dureza, la travesía del Sáhara, de cuya descripción también nos hemos ocupado, especialmente aquellos elementos del paisaje sahariano que desempeñaron un papel clave en la actividad comercial. Es el caso de algunos oasis, como los del Tafil¿lt y el Mz¿b, que fueron nudos comerciales de primer orden. Igualmente, los depósitos de sal existentes en determinadas lagunas, denominadas sebjas y chotts, condicionaron el desarrollo de las rutas transaharianas pues, dada su gran demanda entre los pueblos 4 sudaneses, las caravanas que viajaban hacia el sur la cargaban como el principal producto de intercambio. La expansión del camello y el perfeccionamiento de las caravanas como forma de organización del tráfico entre las dos orillas del desierto permitieron superar las dificultades que éste ofrecía a la comunicación. La conformación de las distintas rutas saharianas, los emporia que en ellas surgieron, sus escalas y su utilización en los distintos momentos de la historia, han tenido un tratamiento detallado en esta Tesis, especialmente las rutas más occidentales. III.Una parte importante de la investigación se ha dedicado al estudio de las sociedades sudanesas hegemónicas en la región entre los siglos VIII y XVI: Takr¿r, G¿na, los songhay de Kawkaw/Gao y M¿l¿. Estas comunidades, con un nivel de desarrollo político que pueden ser calificadas como auténticos estados, debieron enfrentarse a la intensa demanda que se desarrolló desde las sociedades al norte del Sáhara de dos productos esenciales: el oro y los esclavos. En este proceso histórico, las caravanas que cruzaban el desierto en su busca fueron introduciendo en la región un nuevo universo ideológico, el islam. En el proceso de islamización del Sudán Occidental, la asociación entre islam y comercio es un hecho ampliamente aceptado. En este sentido, el islam proporcionó, en el momento de su aparición, un conjunto de normas prácticas y morales que mejoraron notablemente la seguridad del tráfico mercantil, sobre todo al ligar las conductas humanas en cualquier ámbito a las prescripciones religiosas. Instituciones como, por ejemplo, la del mu¿tasib, que unía a sus funciones de vigilancia de los mercados, de las transacciones comerciales y del contraste de pesas y medidas, la represión de cualquier ofensa a las leyes coránicas es un buena evidencia de ese nuevo modelo. Igualmente, los bajos tipos de interés impuestos por la ley islámica y el desarrollo del crédito o de técnicas bancarias como la letra de cambio hicieron de la actividad comercial del mundo medieval musulmán la más desarrollada de su época. En definitiva, el comercio transahariano y la llegada de la religión musulmana fueron, sin duda, los dos impactos exteriores más importantes de la historia de África Occidental hasta la llegada de los colonizadores europeos en el siglo XV. Unos fenómenos que provocaron, además, la integración irreversible de las tierras al sur del Sáhara en circuitos más globales. Con este objetivo hemos localizado y determinado las épocas de explotación de los diversos yacimientos del Sudán Occidental, así como los sistemas de extracción y transporte del oro.